La eyaculación precoz es una de las disfunciones sexuales más comunes, pero sigue rodeada de tabúes. Se caracteriza por la incapacidad de retrasar la eyaculación durante el tiempo deseado, lo que puede generar frustración, ansiedad y afectar la relación de pareja.
No es solo un tema físico: la eyaculación precoz impacta la autoestima, la confianza sexual y la comunicación en la pareja. Muchas veces genera culpa o tensión que puede perpetuar el problema.
Aunque la terapia sexual sigue siendo la recomendación más efectiva, existen otros caminos:
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Técnicas de control y entrenamiento: como la pausa-apretón o la técnica de stop-start, que ayudan a aprender a retrasar la eyaculación.
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Ejercicios de suelo pélvico: fortalecer esta zona mejora el control y la resistencia durante el acto sexual.
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Uso de preservativos especiales o cremas desensibilizantes: disminuyen la sensibilidad y ayudan a prolongar la relación.
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Educación sexual y comunicación en pareja: hablar abiertamente de expectativas y deseos reduce la presión y mejora la experiencia sexual.
Idea clave: la eyaculación precoz no define tu sexualidad ni tu relación. Con información, práctica y, si hace falta, acompañamiento profesional, es posible recuperar el control y disfrutar plenamente de la intimidad.
Aprende a mejorar tu control y disfrutar más de la intimidad en este capítulo